archivo.muerto.II

Cuando alguien te dice, por el simple hecho de hacerle un favor del tipo "pasameesoque'staahiatrasdeti", te agradece con un "Brilliant, you're a genius".

O cuando, por el contrario, cuando se enojan, emplean frases como "this is ridiculous".

Ah, Londres, la prueba fehaciente de que la estadística puede generar verdades absolutas. En el Reino Unido hay más gente excéntrica, que estadísticamente, goza de mejor salud que los que no. En esta ciudad, las estadísticas han logrado evolucionar, dejar atrás a la mesozoica división mercadológica de las clases sociales (A, B, C+, C, y demás categorías correspondientes), para catalogarnos según nuestro código postal (en UK el código postal es el oráculo de delfos, te dice la calle donde vives) con un esquema bastante preciso sobre tendencias de compra (a eso se reduce todo) e intereses.

Esta ciudad ha llevado las relaciones públicas a un grado risible, donde cualquier libro/show/restaurante/loquesea es avalado inmediatamente por un tercero, no importa si es el libro de Victoria Beckham o el review de la nueva BigMac.

Algo que aprecio, es el hecho de que la noción de mal gusto no existe, donde por no combinar calcetines con pantalón eres tachado de naco (ah, esa palabra horrenda, que justifica la dominación). Los paisajes surreales del underground develan un ecosistema de pantalones oscuros con calcetines sacados de un viaje de LSD.

Ayer estaba repartiendo volantes del restaurante y, definitivamente, es algo que despierta mi odio hacia la humanidad. La gente que te evade como si le fueras a contagiar la lepra, los que desde que te ven emprenden un camino zigzagueante para evitar el contacto con el flyer, aquellos que voltean su vista desdeñosamente, o los que esconden la mano como si les fueras a prender la publicidad con un clip en su dedo, aah.... la tipología es infinita como el número de rabietas que voy acumulando cada vez que alguien desdeña mis papelitos... quieren cultivar sus propias fleurs du mal? Dedíquense una tarde a entregar flyers, los hombres que viven diariamente de esto, ellos son los verdaderos filósofos.

Y ya, tengo que irme, creo que ya terminé de quejarme.